Requiem a Lhasa

"Constantemente me armo de malas memorias y viejas heridas porque temo a la vida. Con frecuencia me seduce la visión de mi vida como una tragedia."
Lhasa de Sela

La figura erguida de Lhasa recorre todas las calles solitarias del mundo, llorando canciones con sonidos que hipnotizan. Convertida, ora en sirena que canta cerca del puerto donde arribará el fín del mundo, ora en Llorona que atrae hombres a quienes besa para luego convertirlos en piedra. En letargos fascinados por la belleza de su voz y de sus letras. Su llanto lastimero se trepa en las camas de los noctámbulos que la espian detrás de la ventana. Sonrien en las penumbras, se saben con suerte. Han sido condenados con el insomnio y bendecidos con la mujer que noche tras noche viene a cantarles. Pero esta noche salen a su encuentro. La siguen al desierto donde todos los condenados arderán en una hoguera que los librará de la lepra de amor que les carcome el pecho. Son las doce y sereno. Toque de queda. Los locos con el corazón encendido vuelven a casa. Cruzan la frontera, cerca de las orillas de la suerte, y entonces Lhasa extiende sus alas saturadas de madrugada para cubrir la ciudad que está vestida de fuego.Un rumor de grillos dan la bienvenida a la dama del desierto que ahora se ha vuelto eterna.
...Y una lluvia fina, de cenizas cae...

Reynel Ortiz

Rising

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Guardo en mi caja, para siempre, su hermosa voz de sirena.

Hermoso homenaje.