Bitácora



J quiere morirse hoy más que nunca así que viene y se despide porque en ese justo momento se irá a tirar de un barranco. Ignoro el motivo de sus prisas y sus ganas pero le digo que está bien. Que ojalá le vaya bonito y antes de que pueda decirle adiós, desaparece. Al cabo de un rato vuelve para avisar que hubo una balacera y han decidido cerrar la carretera principal y él no puede llegar al barranco. Mucho policia me supongo, uno que otro judicial. J está triste y yo estoy triste porque J está triste y pienso que si pudiera, con gusto mandaba abrir la carretera para que se aventara, si es que realmente eso lo hiciera sentirse un poco felíz. Pero la intención no cuenta en estos casos y J sigue calladito y le hago saber, si es que de algo le sirve, que el barranco no se irá. A menos claro, que haya un terremoto y entonces nuestra geografía cambie por completo y en el lugar donde J tuvo su barranco se levante una montaña. Pero eso sería demasiada mala suerte para J. Aunque se queda pensando. Si la cuestión es matarse, igual en cualquier montaña siempre habrá un buen árbol de donde colgarse.

1 comentarios:

apetito dijo...

jaja que buena historia! te quiero mil! por hacerme reirs tanto muakk!! como voz no hay dos ni en mil anos!