Sima

Isol aprieta los puños para sujetarse a la cuerda del columpio. Detrás esta su hermano, quien empuja suavemente la tabla que sirve de asiento de manera que la niña Isol se eleva y en menos de un minuto tiene su primer encuentro con el viento. Cuando es impulsada nuevamente, estira la mano para intentar tocar el sol débil de las últimas horas de la tarde.
La rama de la que se sujeta el columpio hace un ruido y entonces el árbol suelta algunas hojas. "Amor, se cae como las hojas". Ella canta.
Al fondo, instrumentos musicales recrean pasajes aletargados. Recien despertados. Objetos que cobran vida luego de haber permanecido por mucho tiempo estáticos.Y ella susurrando para contribuir con esas atmósferas sonoras mientras recorre escenas que se desvanecen a su paso. Isol canta y narra a manera de cuentacuentos, algunas frases que remiten a personajes para niños. "No me beses mas-Le dice el sapo a la princesa- No me beses más. No voy a cambiar por ti". Frases de recapitulación. "En las fotos que tomamos aquel día, en ninguna sonreías. Ni tampoco yo". De ausencias. "Engordo lo que adelgazó tu partida" De reclamo tierno. "Que mal me cuidaste, amor". Isol, la niña con la cajita musical, debajo del árbol, entregada a los ventarrones de invierno. Y de frente los rayos tibios y flacos de un sol de Enero.

"..Mi gran valijón no encuentra lugar...dejé en la estación las promesas que pesaban mas..."

Escucha