violeta.


"El dia en que yo no tenga un amor a quien dedicarle mis canciones, arrumbaré mi guitarra en un rincon y me dejaré morir. Yo me llamo Violeta Parra, pero no estoy muy segura. Tengo cincuenta años a disposición del viento fuerte. En mi vida me ha tocado muy seco todo y muy salado, pero así es la vida exactamente, una pelotera que no la entiende nadie. El invierno se ha metido en el fondo de mi alma y dudo que en alguna parte haya primavera; ya no hago nada de nada, ni barrer siquiera. No quiero ver nada de nada, entonces pongo la cama delante de mi puerta y me voy".
Violeta Parra.


Siempre la maldita pobreza. Siempre la maldita ausencia. Siempre el maldito amor, que montado en un trenecito ha emprendido la marcha. Fuera de la carpa hay un lirio blanco plantado. Dos nombres escritos en un muro y cerca de ellos, una sola violeta. Fuera de eso, no hay nada más. Sólo la noche como única compañera. La puta noche con la boca bien abierta para tragarse a violeta, quien oprime el gatillo y apenas suena el disparo, su cuerpo se desploma mientras las estrellas observan. La miran caer bien muerta. A su lado yace una pistola sin cargos de conciencia. Le ha ayudado a despojarse de su existencia. A liberarse del hastío, fruto bastardo de su vientre. Oh clemente. Oh piadosa. Oh madre violeta. No tengo palabras para hablarte. No me
atrevo.
Me da verguenza.

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